sábado, 31 de octubre de 2009

Hasta siempre

He ido a Madrid a despedirme. A decir adiós, aunque mi madre siempre asegure que sólo se trata de un hasta luego. He ido a Madrid a darle las gracias por cada Fin de año en familia. He ido a decirle al hermano de mi madre -y padrino- que le quiero y que me atraganto cuando busco la manera de poder ayudarle. Que pretendía acudir a curar las heridas producidas por los cristales de su alma, rota en pedazos por la soledad. He ido a Madrid a abrazar a mis primos y sujetarles la vida por unos segundos. Viajé a la que fue mi casa de invierno para demostrarme en vano que podía ser valiente. Fui a Madrid acompañando a mi padre en la travesía hacia el dolor, para recordar al mirarle "que un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer". Fui a Madrid con muchos propósitos entre pecho y garganta que se quedaron a las puertas, y a medio hacer.

Fui a Madrid a decirle a mi Tía que la quiero. Fui creyendo saber como actuar en estas circunstancias y no fui capaz. Fui allí pensando que entendería el significado del dolor pero no me alcanzó el valor. Fui a Madrid a demostrar que somos familia y entonces me pareció que éramos mucho más que eso. Fui a decirme a mí mismo que levantara la cabeza y a que mis hombros ofrecieran consuelo. Fui a Madrid a decir tantas cosas que me quedé mudo. Me olvidé de dar las gracias por infinidad de momentos comunes de felicidad, convencido de no guardar recuerdo alguno de si en alguna ocasión hubo algo que reprochar.

Regresé de allí con algo pendiente. Decirle a mi Tía: 'Manina', te quiero. Duele sin refugio pensar en este irremediable viaje. No poder rebajar el peso del destino rompe los huesos al compás del minutero. Viajé a Madrid para decirle a 'Tito Jose' que llevo semanas llorando a diario lágrimas secas para aliviarle la carga. Fui a Madrid para decirle lo que ya sabía: que le quiero. Las palabras no bastaban para expresar cuánto lo siento. Faltaban brazos para abrazarle.

Pensar, ayuda. Pensar en los inolvidables momentos vitales alivia el desgarro. Por ahora poco, pero alivia. Recordar los lazos de sangre que un día asentaron sus raíces hasta hoy, reconforta. Mirar como a las troncos que abrieron la senda aquel día se le unieron otros tallos más jóvenes, debe colmar de satisfacción. Saber que los tuyos y los nuestros te pensamos y pensaremos siempre, debe valer un suspiro de felicidad. Creer en nosotros tal vez sea la mejor manera de creer a ciegas en ti. Podrían ser todos ellos consuelos vacíos. Pero me consuelan también a mí.

Hasta siempre, Tía. Hasta siempre, 'Manina'.

Os quiero por todo. Os quiero con todo lo que se puede querer.


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miércoles, 28 de octubre de 2009

Vista de Lynce para las manifestaciones

Interesante lectura la que nos propicia hoy ElPaís.com sobre los nuevos métodos de medición de asistentes a las manifestaciones. Si los chicos del Manifestómetro crearon escuela hace años, ahora es la empresa Lynce la que pone los puntos sobre las íes -o los números sobre los manifestados- invocando para ello a la ciencia.

Un ejemplo: la manifestación contra la Ley del Aborto del pasado 17 de octubre en Madrid. De los 2 millones de manifestantes según la organización, a los algo más de 55 mil que propone Lynce, hay un margen de error bastante majete.

Echadle un vistazo y comprobaréis las auténticas patrañas que nos cuenta el personal sin ruborizarse lo más mínimo. Estamos rodeados.

Espero vuestros comentarios. O no.

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lunes, 26 de octubre de 2009

Porque la vida puede ser maravillosa

Estos días, gracias a un trepidante zapping televisivo a caballo entre biberones y pañales al peso, me topé con una joya musical que tras perseguirla implacablemente en la red hasta atraparla, me transforma en cada escucha. Se trata de la versión del Knocking on Heaven's Door de Dylan en las cuerdas vocales de Antony & The Johnsons. Es darle al play y el yugo de la rutina se diluye y pasan a ocupar su espacio las pequeñas grandes cosas. Una sonrisa de la madre de mi hijo, la mirada de Bruno, que pronuncia papá sin saberlo cuando con la palma de su mano sujeta mi pulgar para rodearlo con sus dedos, el efecto rejuvenecedor de un nieto en la vida de unos abuelos que han pasado a ser el pie de apoyo de la economía del país con la peor conciliación laboral que se ha conocido jamás, o las llamadas perdidas de los amigos que se mordían las uñas intentando ganar la carrera por adivinar cuándo pasaríamos de ser hijos a padres...

Y entonces vuelvo a escucharla.



Cita postuaria: "Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos. No obstante el regalo más valioso que se les puede dar, es desarrollarles la conciencia". (John Gay, 1685-1732)

PD: Para los que os interesó el post anterior, aquí os dejo el artículo Su vida no pudo ser maravillosa, una aproximación a la vida y epílogo de Andrés Montes.

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jueves, 22 de octubre de 2009

Andrés Montes

Hace días se marchó el controvertido y aclamado a partes iguales, Andrés Montes. Se habrán escrito cientos de párrafos sobre el ocaso de una de las estrellas mediáticas más discutida de los últimos tiempos, pero me quedo con el testimonio directo y a quemarropa de Javier Caballero, jefe de edición de Magazine, en la columna que publica semanalmente en Crónica titulada Perdedor.

ANDRÉS MONTES


La muerte se te lleva en pretemporada, compañero. Demasiado pronto cesa la trova cubana de la locución deportiva. Triste adiós para el son del calvo guasón con gafas de Imagine y verbo de tiroteo. Echas el telón con la función a medio terminar. Ahora que se te habían cortado las alas, ni da tiempo a que busques otros horizontes. Jodido Atlético. Jodida columna perdedora. Yo la adornaría con una pajarita de Hackett de Londres, of course, como flor póstuma.


Hace unos días, soto voce, me contabas tanto desencanto por culpa de tu salida de la televisión... Nada de terciopelo. Nada de recolocación en busca de un destino que se adecuara a tu palabrería sin interrupción. Quizás pensaron que el negro chistoso ya había tenido demasiado balón, balón, balón. Hablabas de tu despedida de la primera línea periodística como la mayor tragedia que habías vivido en 30 años que llevabas en el oficio. Yo te dije: «Por Dios, Andrés, será el berrinche del que le han echado». No quisiste o no pudiste deslizar más detalles. La desilusión era tan grande que no querías salir a la calle para no responder a compañeros ávidos de saber qué derrotero ibas a tomar. Estabas realmente jodido. Y eso es muy triste en un Rh caribeño como el tuyo. Vale, yo tampoco adoraba tu manera de narrar. Sin embargo, detrás de tu calva de Yul Brynner del Trópico percibí un hombre luchador, un cubano que quiso exprimir la vida y hacérsela agradable a los demás. Intuí al niño negro en un colegio de niños blancos con queso blanco del Plan Marshall. Lo corroboré en la distancia corta de tu hogar. Enfrente de tu estantería de cristal, repleta de música y emociones, comprobé que, detrás de la bata cara que llevabas, se escondía la chamba del tío que llegó a esto de juntar palabras por casualidad. Me gustaba la paradoja periodística de que, a dos portales de tu salón, estuviera Europa Press. Me dejaste una foto de Sachetti, un ala-pívot de la selección italiana de los Antonello Riva y Dino Meneghin. María, tu esposa, sigilosa y de modales exquisitos, nos puso patatas y aceitunas mientras echaba de menos al Depor de Bebeto y Mauro Silva. Cómo contrastaba tu atuendo de dandi con los libros de alta política. Me llamaba la atención tu curiosidad por el que hacen llamar conflicto vasco. Tú que habías visitado la Rusia comunista antes de que se derritiera la Guerra Fría. Comentabas, con todo lujo de detalles, la atomización soviética como un niño al que instruyen en relaciones internacionales y le acaban de dar un bloc en blanco. Ahora, preguntarán los detalles, el laberinto de tu adiós, a Roberto Gómez, a García Caridad, a Melchor Miralles, a José María García, a Daimiel, el de la NBA, y al bueno del ruso, Chechu Viriukov, tu agente y el de Iturriaga y el tío que metía los triples más rectos de la historia del baloncesto. No sé si te canonizarán, Andrés. Pero yo hubiera dejado que los niños se acercaran a ti en los campos de fútbol, que una avalancha de chiquillos te sobara y manoseara ese cráneo lleno de paridas y de motes. Si hasta la cadena verde te puso seguridad privada por cuestiones de orden público... La misma donde pasaste a los anales poniendo banda sonora al Mundial de Japón, a la plata de Madrid, y al oro de Polonia.


Bien sabías que la muerte mitifica. Pero tú querías vivir, con tus achaques de juventud, tu abstemia por cuestiones médicas y tu gusto por sentarte a la mesa en templos del buen yantar, preferiblemente en Guipúzcoa. Que suene cualquier tema de Van Morrison en tu honor. Un beso a tus hijos, a los que no tengo el gusto de conocer, pero que si llevan tu sangre, habrán salido cosecha de tiquitaca y juego preciosista. Camarada, espero que donde estés, haya risas, que te pongan apodo y te hagas colega de la pandilla. Y que pasen el balón al niño negro. Que sólo quiere jugar.


Javier Caballero (jefe de Edición de Magazine)

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lunes, 19 de octubre de 2009

Tiempo para Bruno

Os habréis percatado de que llevo unas semanas algo out de mis obligaciones blogueras. No os asustéis -oigo carcajadas-, pronto regresaré a las andadas.

La espera ha valido la pena. Imagináos desenfundar la pluma para escribir la mejor noticia de mi vida: "Ha nacido Bruno". Y nosotros hemos renacido con él. Todo lo demás importa poco. O quizá sólo un poco menos.



Derretir con la mirada: o Bruno.

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miércoles, 7 de octubre de 2009

'Bienvenidos al mundo' en Pocomás Magazine

Los amigos de PocoMás Magazine siguen requiriendo mis servicios con puntual mensualidad, cosa poco común en esta selva en la que la impuntialidad y un impostor "te digo cosas" marcan el territorio. Esta vez les he reservado el remake de Bienvenidos al mundo, que semanas atrás adelanté en ésta vuestra casa. Que disfruten... y si después les queda tiempo, lean.


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lunes, 5 de octubre de 2009

22 maneras de ejercer mejor el periodismo

Muy aconsejable, para periodistas y lectores, la lista de sugerencias que ha elaborado Dan Gilmor en el The Guardian, para tratar de conseguir un periodismo más honesto y de mayor calidad:
  1. Ignorar los aniversarios, salvo que sean fechas especialmente importantes.
  2. Invitar a los lectores / usuarios a participar en el proceso de creación de los contenidos.
  3. Reconocer las propias limitaciones, e invitar a los lectores a que ayuden a superarlas.
  4. Crear un servicio para informar a los lectores de los errores cometidos y de las lecciones aprendidas.
  5. Potenciar la conversación con los lectores / usuarios con todas las herramientas a nuestro alcance.
  6. Ocupar el tiempo y el espacio necesario para probar que algo es verdad o mentira.
  7. Utilizar un lenguaje directo, conciso y comprensible.
  8. Usar muchos enlaces a lo publicado por otros medios o miembros de nuestra comunidad.
  9. Liberar nuestro archivo para que quien lo desee utilice sus fondos, con APIs para facilitar la tarea.
  10. Invitar a los usuarios / lectores a que sean activos y críticos, a que generen contenidos y opinión.
  11. No publicar listas de 10 elementos.
  12. No utilizar fuentes anónimas a no ser que sea imprescindible y justificado.
  13. Revelar la identidad de una fuente que haya mentido, tras pedirnos que mantengamos su anonimato.
  14. No debemos utilizar con frecuencia la palabra "deber" para indicar que pensamos que alguien tiene que hacer algo. Es mejor exponer nuestros argumentos sobre el tema.
  15. Enlazar a las piezas de la competencia que ofrezcan puntos de vista distintos sobre un tema que hemos tratado, o que hablen de asuntos que no hemos cubierto.
  16. Enlazar a la competencia para convencer a nuestros usuarios / lectores de la importancia de un tema y defender la integridad del periodismo, lo practique quien lo practique.
  17. Creer firmemente en las ideas que defendemos y exponerlas con convencimiento.
  18. Ofrecer una base de antecedentes para ayudar a los lectores / usuarios a que comprendan un tema sobre el que hemos informado más veces.
  19. Explicar a la gente cómo puede actuar en relación con la información que le ofrecemos, en el caso de que sea útil.
  20. Aclarar a los lectores / usuarios quiénes están detrás de las cosas que suceden y hacer notar que algunos medios no actúan de esta forma.
  21. Explicar con claridad y honestidad los riesgos de los que puedan hablar los temasque tratamos.
  22. No publicar piezas de opinión de políticos o ejecutivos de empresa. Para eso pueden usar sus propios blogs.

Vía 233grados.

Cita postuaria: "Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala". (Albert Camus, 1913-1960)

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domingo, 4 de octubre de 2009

La intimidad de todos los menores

He querido dejar pasar unos días antes de entrar al trapo con un tema que me ha tocado mucho las neuronas (me temo que estoy abusando del plural). Las hijas de Zapatero y su famosa foto. Acabo de comprobar cómo en Google reporta más de 1.150.000 entradas en menos de lo que tarda Madrid en ser descartada de unas olimpiadas. Me temo que la gilipollez de este país va tomando un protagonismo estelar sin que podamos remediarlo. Propongo, por ejemplo, que cada ciudadano de a pie tenga derecho constitucional a elegir su propia bandera representativa de lo que entiende él por su país y oficializarla. Después haremos un mural y sortearemos una plaza de amigo en el perfil de Rouco en el Facebook entre las cinco porciones de la enseña más votadas por sms. El perdedor deberá firmar un contrato que le obligue a ejercer su derecho a voto en las próximas generales. Vaya papelón: el destino del país en su papeleta.


Captura de Google

Volvamos al tema que me ocupa. Las herederas del presidente. Cierto es que todo empezó con un error de cálculo. Si no quieres que tus vástagos menores aparezcan en los medios de comunicación tienes dos opciones: a) que no aparezcan en la foto; o b) que la instantánea salga directamente de la cámara compacta que los Obama guardan en el primer cajón de la cómoda para sus cositas (a saber: cumples, cenas de Acción de Gracias y Halloweens íntimos). Cuando dejas que sean reporteros gráficos profesionales los que accionen el obturador, cagatus est.

Con estos antecedentes, entramos en las fase dos del culebrón. Y aquí es cuando me caliento. Me importa un sudoku si las hijas de ZP son góticas, tienen las cejas de plastilina, coleccionan estampitas de la Virgen de Regla, comen arroz con las manos o eructan en estéreo después de cada ingesta. Me produce la misma indiferencia averiguar sus piercings abdominales que saber el nombre de pila de los lechones que se ha jincado la choni Ruperta que está saliendo ahora mismo en Dónde Está tu Cerebro. Recuerdo aquella etapa adolescente en que las pintas de los
Iron Maiden o Barón Rojo se reflejaban en mi espejo matutino. Pronto pasaron a mejor vida gracias a que Satán, que me temió ingobernable, se dio el piro por acumulación de trabajo: Bush padre, la Thatcher, Gaddafi o el Dr. Gang del Inspector Gadget. Mi imagen, y la tranquilidad de mi madre, ganaron enteros. Pero era lo que había. Para mi padre fue El Che y para mí las greñas de los Kiss. Suele prescribir con el paso de la vida. Resumiendo: qué carajo nos importa a nosotros como ciudadanos de profesión, controladores políticos, si las hijas del presidente visten de funeral permanente o se hacen las ingles brasileñas al baño maría. La capacidad de gobierno del jefe de estado es y será igualmente capaz o improductiva -eso os lo dejo a vosotros- tanto si sus niñas juegan al diábolo como si beben sangre de vacuno con las tostadas. Como ejemplo de las últimas décadas tenemos el caso Lewinsky. Qué puerro me importa a mí si la moza y su mentor se dedicaban a los juegos manuales en el despacho Oval o si la felatriz se vestía de enfermera antes de arrodillarse. El juicio público de las habilidades o incapacidades del presidente de EE.UU. debió limitarse a su papel político y no a si le aliviaban las tensiones gubernamentales con el paladar mañana sí y mañana también. Ese terreno compete únicamente a la intimidad de las explicaciones que le pudiera recriminar su mujer. Más allá de ahí, marujeo puro y duro. Lo mismo ocurre en la piel de toro. El chismorreo cañí que tanto nos pone.

Por último. Conviene recordar que el presidente del Gobierno se apellida Zapatero, y de nombre José Luis. Jo-sé-luis. Es decir, el padre de las criaturas. El resto de la familia, en sus actos cotidianos y privados, tiene derecho a preservar su anonimato. Ellas, que no eligieron que su padre fuera presidente, además son menores. Y lo son bajo los mismos derechos y obligaciones que los menores de nuestras familias. Si ahora atraviesan ese momento de rebeldía juvenil contra el poder, quizá sea por partida doble: su padre es quién lo encarna desde la habitación de al lado. Si se trata de pura estética y los atuendos son de D&G, pues magnífico. Cuando tengan dieciocho tacos tendrán que apechugar con la proximidad de los objetivos y las cámaras. Y si no les gusta, de cabeza a los tribunales, que corre el rumor de que todos somos iguales ante la ley. Esto está montado así.


No puedo despedirme sin recomendar la lectura de la entrada del blog Cosas Que Pasan al respecto de este tema. Diametralmente opuesta al punto de vista que os acabo de exponer pero igualmente respetable y recomendable para la salud democrática del barrio. Más aún cuando viene de una fenomenal bitácora. Si tenéis más tiempo, leed al juez Emilio Calatayud.


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sábado, 3 de octubre de 2009

Arte con el pincel y la cámara

Espectacular la forma que tiene de crear David Ellis...



Vía el blog de Andreu Buenafuente

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