jueves, 30 de julio de 2009

El Twins Chillout y la SGAE

Curiosa la experiencia que nos cuenta Blogosofía sobre la relación del Twins Chillout, conocido restaurante-lounge de Palma, con los chicos de la SGAE. Ojo al recurso Jamendo como alternativa al monopolio de la sociedad. Ya me contaréis qué os parece el asunto.

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jueves, 23 de julio de 2009

Abuelos

Desde que tengo uso de razón -no conviene concretar la fecha- he sentido especial predilección por las historias de mis mayores. El respeto que me inculcaron mis padres por preservar su turno de palabra, se fue consolidando de la mano de mi admiración por sus revelaciones. Como escuché decir una vez a Buenafuente, "alguien que ha sobrevivido a la vida merece nuestro más absoluto respeto".

Pero, por supuesto, no todo ha sido ejemplar en mi comportamiento. No fueron pocas las ocasiones en las que pude menospreciar la sabiduría de la experiencia, y fue entonces cuando el destino y su justicia silenciosa me pusieron en mi sitio. "Para otra vez ya lo sabes, rey", tuve que recordarme en el trayecto hacia la misma piedra con la que tropecé tiempo atrás.

He conseguido detectar esa ironía con la que nuestros mayores observan la vehemencia y el ímpetu con el que encaramos nuestras decisiones, sabiendo que pronto sucumbirá ante la paciencia y la reflexión. Tal vez pronto me ocurra lo mismo y no sé si me entusiasmará comprobar que me siento uno de ellos. Mayor. Quién sabe si antes que viejo.

Cita postuaria: "La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores". (Oscar Wilde ,1854-1900)

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domingo, 19 de julio de 2009

El macho trepador

Sí, ése; el conocido vulgarmente como trepa. Pues bien, conozco a alguien que está padeciendo las acometidas de uno de los individuos de esa especie carroñera y necesitaba sincerarse. A mi pregunta de si está seguro que el adn del tipo concuerda con la derivación genética que caracteriza a los parásitos de esa estirpe, alguien me confirma tales extremos:

-No hay ninguna duda. Cumple con el perfil al milímetro -respondió con tal seguridad que quise profundizar en el tema, sometiendo a alguien a un interrogatorio con el fin de que me detallara la personalidad del chupasangre común.

-Explícame cómo has llegado a esa conclusión tú solito -le reclamé sin intención de menospreciar sus habilidades perceptivas.

-Pues mira, el zángano sigue todos los patrones de conducta, uno por uno -dijo después de carraspear como si anticipara el grosor de algunas de sus revelaciones siguientes-. En primer lugar tenemos el modus operandi: tras abrirle las puertas de mi madriguera laboral, en los primeros meses acudía raudo y veloz a mi rescate sin ni siquiera haber mencionado su nombre. Tanto es así, que aún recuerdo que sufrí varios resbalones provocados por la saliva que dispersaba el trepa en tales encuentros -señaló alguien.

-Lo voy captando. Tú sigue contando que mientras voy tomando nota por si me da para escribir algo en el blog -comenté interesado.

-Pero esa actitud se esfumó al cabo de un tiempo. A partir de ahí, el trepa no sólo no aparecía sin que se le mentara, sino que no se dignaba a hacer acto de presencia ni cuando se le requería. En otras palabras: ni se le había visto, ni se le esperaba. Pero eso no es todo. El impostor fue perfeccionando una especial habilidad para comparecer cuando me encontraba ausente o en aquellas circunstancias inesperadas que propiciaban acercamientos premeditados al rey de la manada -dijo plenamente convencido.

-Esto va cogiendo cuerpo -apunté-. Prosigue que se pone interesante -le requerí.

-Finalmente llegamos al estadio III del trepismo ancestral. Lo que hasta ese día había sido escapismo, regateo y oportunismo, mutó en traición, apuñalamiento, arrinconamiento y, por fin, desprecio. Debo confesar en mi contra que hasta esta última fase no fui capaz de percibir esos cambios de actitud del trepa como una amenaza directa hacia mi integridad profesional. Estupenda cagada por mi parte, lo sé -finalizó alguien su exposición.

-Me veo obligado a preguntarte una cosa, alguien: ¿Has aprendido alguna lección de todo esto? -interpelé curioso.

-Por supuesto. He sacado dos conclusiones directas. Una buena y otra mala. Empezaré por la mala: me he dado cuenta de que el trepa y yo no somos iguales. La buena es que, afortunadamente, el trepa y yo no somos iguales -y alguien se quedó tan ancho.

Seguidamente nos despedimos y apagué el ordenador.

Cita postuaria: "La ingratitud proviene, tal vez, de la imposibilidad de pagar". (Honoré de Balzac, 1799-1850)

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martes, 14 de julio de 2009

La foto que nunca debió revelarse (II)

Leo en La Huella Digital que la familia de Daniel Jimeno Romero ha emitido un comunicado a través de EFE rogando que dejen de emitirse las imágenes de la cogida. A ver si lo vamos pillando, carajo.

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viernes, 10 de julio de 2009

La foto que nunca debió revelarse

Esta mañana escuchaba la radio de camino al trabajo, como cada día. Interrumpían los boletines informativos con la noticia de que el encierro de Los Sanfermines de hoy había dejado un herido en estado crítico. Minutos más tarde se convertía en la primera víctima de las fiestas en los últimos seis años. Hasta aquí una tragedia, para algunos prescindible. Pero eso es otra guerra.

A la hora del almuerzo enciendo la pequeña, pero cruel, pantalla y me topo con una imagen que me deja helado. Primeros planos de un joven agonizando al que se le escapa la vida a través de su mirada. Me quedo atónito. Descolocado. Horrorizado. En blanco. Me pongo a pensar en su familia. Luego en la mía. Después cambié de canal. Me topé de nuevo con el morbo de la indecencia. Asqueado. Pensando en que le hubiera dicho a mi hijo si estuviera contemplando esa flagrante vulneración de la intimidad de una persona y sus seres queridos. Indigno.

Luego me he animado -todavía no sé cómo ni buscando qué- a bloguear a la caza de opiniones al respecto. Por fin he cogido aliento. No era el único. Somos más los que repudiamos esas conductas demagógicas que se escudan en el derecho a la información o en no ocultar la verdad. Por eso me he negado a enlazar a aquellos digitales que se han pasado la ética de sus responsabilidades por el arco de triunfo. Se me ocurren docenas de planos e instantáneas respetuosas con el anonimato de la víctima y los suyos. Afortunadamente a todos estos periodistas/medios también:

Sólo una cosa más. Gracias.

Mientras tanto escucho...

Cita postuaria: "La conciencia es el mejor libro moral que tenemos". (Blaise Pascal, 1623-1662)

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jueves, 9 de julio de 2009

"Simpsonizando" el mundo

A los fans de Los Simpson os recomiendo que visitéis Springfield Punx, el blog de Dean Fraser. Allí se "simpsonizan" multitud de personajes reales y de ficción. Cuando menos, curioso.

Así quedaría Indiana Jones pasado por el tamiz de Fraser



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martes, 7 de julio de 2009

Estación destino

El decimotercer número de Pocomás Magazine ya está en circulación. Para los asiduos a mis artículos (sé que hubiera sido suficiente afirmarlo en singular) esta vez os presento algo diferente. Se trata de un microrrelato o relato breve de ficción bajo el título Estación destino que podéis leer con mucha ligereza acto seguido. Espero vuestra(s) opinión(es).

Estación destino

Dardo estaba sentado en el asiento del acompañante sin saber muy bien por qué. Los cristales empañados le distorsionaban la visión del exterior. La lluvia le hacía aflorar una sensibilidad que decidió combatir a base de caladas. Aspiraba a desprenderse de la ansiedad expulsándola con el humo de aquel cigarro. La espera era demoledora. Estuvo a punto de echar mano al contacto para arrancar y alejarse de allí sin dejar rastro. Finalmente pensó que los trenes sólo pasan dos veces para unos pocos y desistió.


Bajó dos dedos la ventanilla para poder reconocerla al momento, mientras sorteaba el continuo martilleo de las gotas de lluvia en su rostro. A la luz de una farola creyó reconocerla. A cubierto bajo un paraguas se dibujaba el cuerpo de aquella mujer. Su sombra, que agrandaba su estilizada silueta, no hacía más que resaltar su imponente atractivo, veintidós años mayor que su voyeur. Dardo agarró la manecilla de la puerta, convencido de que si accionaba ese mecanismo sería imposible volver atrás; su vida cambiaría de rumbo. Pero no lo dudó ni un instante. Salió del vehículo y cruzó empapado el asfalto.

Al llegar a la altura de la Señora Lamarca su cuerpo temblaba sin antídoto. Quiso armarse de valor. Pero fue en vano. Fracasó en su intento de posar su mano en el hombro de aquella mujer. Apenas logró mencionar su nombre y ella se volvió, invadiéndole la sensación de que le había reconocido. Fue una alucinación transitoria producto de su indomable excitación. Dardo tardó unos segundos en despertar de su ensimismamiento. Reaccionó para sujetar cortésmente el paraguas de la Señora Lamarca, invitándola a que le siguiera hasta el coche de la empresa. Con las puertas cerradas, Dardo solicitó a su acompañante que le indicara el itinerario a seguir. Por segunda vez en sus vidas recorrerían juntos el mismo camino. De la ocasión anterior, Dardo no guardaba recuerdos. Tan sólo una certeza: fueron nueve meses de viaje.

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