Quién de vosotros no ha oído hablar de las famosas y excitantes reuniones del “tuppersex”. Es muy probable que vuestras amigas, tu hermana, tu madre o hasta incluso tu chica, por qué no, hayan participado en una de esas sesiones con tantos centímetros de diversión. Y cuando digo diversión quiero decir SATISFACCIÓN. Porque no me negaréis que la cara de felicidad con la que regresan a casa tras la reunión, no habla por sí misma. En ese momento te das cuenta... Ya forman parte de la “hermandad del cucurucho”: consumar poco y “recrearse” mucho. Nuestra parienta, o hermana de sangre aunque sea combinada y en vaso de tubo, progenitora, cuñada, prima “tuneada” de silicona o tía abuela por parte de mascota, han sido abiertas –y si no, tiempo al tiempo- al método “pon una jaqueca en tu vida”. No lo dudéis ni un momento, y menos si es tu pareja la que acaba de superar esa experiencia que le cambiará la vida.
Mientras tanto, a ti te conviene ir asimilando que tu existencia no va a ser la misma de aquí en adelante. Te han vendido la moto y al abrir paquete le verás unos pedales. Entonces te das cuenta –lo sabías, pero no querías interiorizarlo- que tu chica tiene unas dotes innatas para la política, que resultarían demoledoras hasta para el mismísimo Obama. A saber: el motivo inicial por el que acudió a su cita con el souvenir del látex ambulante, era “mejorar la relación de pareja incorporando nuevos juegos que ayuden a no caer en la monotonía”. Y las verdades a medias, sólo en el caso de los políticos, sí son verdades. Si desgranamos el contenido de su argumento lo veremos claro, más bien cristalino. “Mejorar nuestra relación de pareja”: por supuesto que sí; la sonrisa que decoraba su rostro al aparecer por la puerta, a la conclusión de su reunión de amigas, era el síntoma más evidente de que la cosa iba bien. Especialmente para ella. Si le añades la determinación militar con la que se apresuraba a buscar el calendario más próximo, ya tienes la confirmación. Con un “me llegará el pedido dentro de doce días”, asistes perplejo a la mayor expresión de felicidad que recuerdes haber visto brotar de su rostro, eso sí nunca comparable a la del día en que se compró el vestido de novia. Para comprender la segunda parte de sus primeras intenciones -“incorporando nuevos juegos que ayuden a no caer en la monotonía”- necesitas algo más de tiempo. No demasiado, la verdad. Con un par de semanas es más que suficiente. Cuando lo asumes, también te das cuenta de que mentir, lo que se dice mentir, no mentía. Siempre quiso decir su verdad pero no encontró el momento. Como la intención es lo que cuenta, fue políticamente correcta cuando te soltó: “esto lo hago para que lo pasemos mejor”... A continuación susurró: “¡Prime!”; pero ya no escuchabas.
Para respaldar esta teoría hay que recurrir a uno de los principios básicos en toda relación de pareja “como Dios manda”: es deber del cónyuge alegrarse por la dicha de su amado/a; su felicidad es la tuya. Pues bien, aplicando dicho axioma, puedo afirmar que: por un lado, es cierto que incorpora nuevos juegos y debes agradecerlo. De hecho son nuevos y también caros, pero es de mala educación mezclar amor y dinero en la misma frase (creo que esta cita es de Paris Hilton). Sobre todo si el amor sólo corre a cargo de uno y la pasta la ponen ambos. Por otro lado, tampoco falta a la verdad cuando propone recurrir a dichos juegos para “no caer en la monotonía”. Se podrá caer en cualquier otra cosa –en un pozo de onanismo, si me apuráis- pero no en la triste mono-tonía (antes se me debió extraviar el guión): tras la llegada del material, y como por arte de birle y birloque, se multiplican a diario los “tonos” agudos que, en todas sus variedades vocálicas y escalas, proceden de la garganta de tu chica. Eso no es todo. Es tanta la versatilidad de la “maleta de playbody”, que se puede ir repoblando cada estancia de la casa con alguno de sus utensilios, a fin de solventar al instante aquellos problemas de tensión muscular o de circulación que puedan atacar a tu chica desprevenidamente. Con armas de semejante calibre ya no está indefensa ante los vaivenes hormonales. Es evidente pues, que la entrada del “tuppersex” en tu vida conyugal, te cambiará. Para nosotros el desafío está servido. Deberás familiarizarte rápidamente con las medidas, materiales, velocidades y potencias si pretendes que tu felicidad dé una patada en la entrepierna de la monotonía. Briconsejo del día: te resultará fácil si lo enfocas como una regresión a las clases de “pretecnología”. La diferencia es que en este caso te dan el chisme montado y tú debes sacarle partido y conseguir que se “encienda el rojo”. Por si las moscas, y antes de que se precipiten los acontecimientos, iré haciendo unas llamadas... (¡Oiga!, con “El Maletín de PlayBody”, por favor... Que ha salido... Le dejo mi número y déle el recado; anote: 669...)
2 comentarios:
Espero que sigas deleitándonos con tus escritos, para que pasemos buenos ratos como con éste.
Muchas gracias Mamá. Desde que nos conocimos, siempre tuve el presentimiento de que estaríamos muy unidos.
Besos y abrazos.
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