Estimulado por la lectura del recomendable
blog de Iván Pino, me he visto en la necesidad de sumarme a una reflexión que hace tiempo que me ronda por la azotea. Pino, tras la pregunta
¿Qué será de la prensa?, expone un análisis sencillo pero directo de la situación actual de la profesión desde el interior de sus tripas. Resulta curioso que el diagnóstico que realiza todo un profesional de la comunicación como él, coincida con la visión de muchos otros mortales que sin más información que la que reciben directamente de los medios, logran deducir sin apenas esfuerzos la misma
composición de fuerzas que nos mueve o, todo lo
contrario, nos retiene. Es decir, consiguen identificar
ipso facto los hilos que unen las diferentes informaciones y los medios de los que proceden, con los diferentes
lobbys y grupos de poder que dirigen nuestros designios.
El debate se respira en la atmósfera y tal vez podamos sacarle algo de provecho. Hacia dónde debe evolucionar la prensa o si debe recuperar algunos valores de antaño que la convirtieron en el estandarte de una libertad que hoy disfrutamos -o así debería de ser-, son algunas de las cuestiones. Ahora toca mojarse.
Para
desdramatizar, acto seguido os propongo un caso práctico que nos permitirá conocer aún mejor una de las bastardas derivaciones que padece hoy el periodismo, siempre desde un prisma cómico para quitarle hierro al asunto. El siguiente
vídeo es cortesía de nuestros amigos de
Sé lo que hicisteis de La Sexta.
Cita postuaria: "Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala". (Albert Camus, 1913-1960)
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