sábado, 30 de enero de 2010

Jubilación 2.0: menos y más tarde, pero mejor

Estoy indignado. No doy crédito. Y no digo defraudado. Para que esto último ocurra debes esperar algo de la gente, y en mi caso no espero nada de los políticos. Ni de los impostores, ni de los amigos de lo ajeno. Sin embargo, me siento como fuera de siglo. Teletransportado a un pasado que no he vivido aunque se empeñen en secuestrarme con su camisa de fuerza propagandística.

Ayer me propusieron -y seguro que a ti también- alargar mi jubilación hasta los 67 sin contar conmigo. Está de moda. En Alemania ya lo hacen, en Reino Unido están en ello y no sé cuántos países más se han puesto solidarios con el tema. Conviene recordar que Haití no está entre ellos. La línea argumental es clara: la esperanza de vida ha crecido mucho y un pensionista está cobrando una media de 15 años una paga que hace tres décadas tan solo disfrutó durante cinco. Mi pregunta es la siguiente: ¿Con la pasta que ha ganado Europa en las últimas décadas, este magnífico invento de la UE no ha sido capaz de prever un fondo o sistema de reserva para garantizar el bienestar de nuestros mayores? Creo recordar, si la memoria no me falla, que muchos de los tipos que conducen el timón de la nave continental, y cómo no sus asesores, tienen formación universitaria que tengo entendido que da para avanzarse a los acontecimientos. Pero quizá me equivoque. No sería la primera vez y las urnas lo saben.

Se me ocurre una malicia. Sería posible -es un suponer- que las rentas anuales superiores a 1 milloncete de euros -poca cosa-, las empresas con beneficios por encima de los 3 milloncejos -calderilla-, e incluso algún que otro voluntario, tuvieran que depositar anualmente, y por ley -para hacerlo formalmente aunque seguro que no sería necesario-, un porcentaje de sus beneficios en un fondo social, llamémosle "geriátrico", con el que garantizar las jubilaciones de todos esos empleados que le han dado tanto a sus empresas y/o patrimonios personales. Nada, una estupidez más de las mías. Que lástima que por ellas no me paguen ni un chavo como a otros. Y generosamente bien, por cierto. En el supuesto de que lo anterior no dé con mis huesos en chirona, tal vez proponga un plan B: reducir las prejubilaciones de tipos con 52 tacos a los que les quedan más de 30 como pensionistas. Por cierto que los que las padecieron en TVE están muy agradecidos. No es lo mismo ver por en la pantalla Mira quien baila que que te hagan corresponsable de ese programa.

Para reforzar mis argumentos en esa travesía que nos conduce a tiempos en blanco y negro, os cuento otra. Mi padre, prejubilado en su día y ya jubilado mientras escribo estas líneas, me mostró lo que va a ser su pensión para 2010. Cobrará algo más de 32 euros menos que el año pasado. Esta es España. Y lo deprimente es que si miro hacia el otro lado no la imagino mejor. La ecuación es simple. El pasado ejercicio le retenían cerca de un 13% cada mes, mientras que para este año el porcentaje le ha subido a un 16. La causa: los 400 euracos que el Estado nos prestó en 2009. La forma de hacerlo, por supuesto, fue disminuir las retenciones. Pero para este año, que arranca con más parados que la audiencia de El Tiempo de Tve, parece que ya no necesitaremos ayudita. Si como dicen, el optimista es un pesimista desinformado pues a seguir viendo la botella medio llena... Hasta cuando no nos den ni un céntimo por el casco.

Para terminar, e intuyendo que no lo están haciendo por mí, les recuerdo a nuestros amigos legisladores que si les preocupa el que no vaya a saber qué hacer con mi vida a partir de los 65, no tienen nada que temer. He aprendido a entretenerme, a disfrutar de mi vida lejos de la oficina y me temo que en mi caso nadie tendrá que pronunciar la frase: "la jubilación le ha sumido en una depresión por no saber qué hacer con su tiempo libre". Aprovecho para mandarle un mensaje de calma al ministro de economía de turno: no consumiré un euro por ese motivo en atención psiquiátrica de la sanidad pública. Agradezco vuestro interés, pero os habéis equivocado de ventanilla. Sin embargo, y con esto acabo, todo mi apoyo a aquellos a los que su cuerpo les pida aumentar su edad laboral hasta los 90, si fuera necesario, picando piedra o defendiendo legalmente a los bisnietos del corrupto de turno. Así que: cada uno es cada cual o vive y deja vivir; cualquiera de los dos me vale.

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martes, 26 de enero de 2010

Políticamente incorrecto... pero cierto

Me pongo serio y anticipo que las líneas que seguirán a ésta pueden resultarle hirientes a más de uno. No es mi propósito, y sí lo es procurar ser fiel a mi mismo por motivos de salud mental. Para ello me veo en la obligación de denunciar un hecho que se está repitiendo demasiado en mi entorno, y que cuya presencia veo amplificada cada vez más en los medios en boca de especialistas y afectados. Hablo de la indefensión de los hombres ante las separaciones conyugales con hijos de por medio.

Antes de proseguir quiero dejar claro translúcido un tema capital, anticipándome al impulso irrefrenable de algún estreñido amante de la palpación de las bolsas marsupiales. Condeno abierta y directamente, como no podría ser de otra forma, cualquier comportamiento violento hacia las mujeres. Es intolerable que tengamos que convivir en nuestra sociedad con elementos que entienden la relación con sus iguales a base de guantazos, pretendiendo el sometimiento de sus parejas a su única voluntad. No tienen hueco entre nosotros. Si su incontinencia responde a la manera salvaje en que sus progenitores/tutores perpetraron su educación, dotemos a la sociedad de mecanismos que detecten precozmente estos casos y les proporcionen atención especializada.

Y aquí empieza mi denuncia. Hasta la fecha he ido comprobando, como la mayoría de nosotros, como muchas relaciones de pareja que nos rodean se van deshaciendo. En un número demasiado elevado de los casos, he ido recibiendo información que descubre las miserias de la gente y de este sistema anacrónico que nos legisla. Os pongo en antecedentes y os hablo de uno de esos ejemplos reales. Un tipo de 25 tacos y su pareja se van a vivir juntos. En un par de años tienen un hijo. Poco tiempo después ella decide que se acabó lo que se daba. Hasta aquí todo normal, razonable y perfectamente respetable. En ese punto empiezan las atrocidades. El muchacho, que ingresa una nómina mensual de 1.100 euros, intenta aplicarle el último masaje cardíaco a la relación pero sin éxito. Ella, que tiene derecho a decir basta, le comunica que hay otro hombre. Cuando el futuro ex asume su nueva situación, decide hacerlo por las buenas. Por el bien de su hijo. Y es ahí cuando se destapa la caja de los truenos. La madre de su niño le pide, con abogado de por medio, 800 euros de pensión además de quedarse con la custodia del pequeño y por ende el disfrute de la vivienda familiar. Un piso que en su día compró el padre para luego aportarlo a la relación como domicilio conyugal. Ahora está en la puta calle. Viviendo con sus padres. Con 300 euros en el bolsillo para pasar el mes. Lo ha perdido todo. Y veinte kilos de peso. El abismo de la depresión le sobrevuela cada día desde que para el despertador hasta que apaga el último cigarrillo. ¿Dónde está el equilibrio de la ley para este padre? ¿Qué fue de los derechos básicos de este hombre, antes que nada, ciudadano español de pleno derecho? Un buen tipo, al que se le desconoce precedente violento alguno, y al que el más absoluto desamparo le ha destrozado la vida.

Desde la empatía, aquí viene lo terrorífico de mi reflexión. Si a este tipo -marginado social de la noche a la mañana al que se le han evaporado sus aspiraciones de independencia económica y vital- un día se le gripa el cerebro y entonando un "de perdidos al río", decide ponerle fin a su calvario y acabar con todo dejando a su niño huérfano de madre, y de facto también de padre, no pongamos el grito en el cielo. Espero que no se oiga ni un solo quejido hipócrita y deshonesto al respecto. Sólo anotaremos el dato para completar las estadísticas de ese año: "la enésima víctima de la violencia de genero en lo que va de 201...". Sin entender que se falta al respeto deliberadamente de todas aquellas mujeres, demasiadas, que han padecido un infierno en sus carnes a manos de sus torturadores maridos y amantes. Un atentado contra la dignidad de esas madres de familia que se interpusieron entre sus maridos e hijos para que éstos no recibieran los golpes de esos cobardes hijos de puta. Vosotras no os merecéis esto. No caigamos en el terrible error de facilitar una coartada a los verdaderos delincuentes domésticos.

Antes de despedirme, dos puntualizaciones. Primera: en todo momento me he referido a un caso real de entre otros muchos idénticos que conozco, en el que la mujer no ha interpuesto ninguna denuncia falsa por malos tratos, aconsejada diabólicamente por su letrado con el propósito de agilizar los trámites y mejorar sensiblemente las condiciones del acuerdo de separación/divorcio. Otro día os hablaré de algunos episodios de este tipo que ponen en bandeja a Satán la voluntad de algún desquiciado, con el que saciar el vicio de jugar a matar. Segunda: espero vuestros comentarios y, para los más reaccionarios, en el margen superior derecho de este blog encontraréis mi dirección de email para insultarme a placer, sin remordimientos de conciencia por el qué dirán.

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lunes, 25 de enero de 2010

Periodismo VIP

Me recomendó un buen amigo que leyera el artículo "Periodistas... ¿o niños de papá?" que publicaba El Mundo el pasado viernes. Se trata de un texto que pone al descubierto el nuevo perfil de los enviados especiales a situaciones de conflicto y los corresponsales de guerra. Si la noticia en cuestión no tiene desperdicio, menos aún el artículo adjunto de Arturo Pérez-Reverte. Os detallo algunos fragmentos estelares de El síndrome de el Coronel Tapioca:

"Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario 'Pueblo' los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse. Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto"...


[...] "Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá -de sirios y troyanos, oí decir el otro día-. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir"... [Artículo completo en XLSemanal]

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domingo, 24 de enero de 2010

El enemigo en casa

En el siguiente vídeo aparece el testimonio de Mike Prysner, veterano de guerra de los EE.UU., sobre la guerra de Irak y la identidad del "verdadero" enemigo de su país. Ahí lo dejo.


[Vía La Huella Digital]

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sábado, 23 de enero de 2010

Palabras precoces

Buceando en FronteraD, web muy recomendable para la estimulación de la inteligencia y la divulgación científica, me topo con un artículo muy interesante sobre la importancia de la estimulación precoz del lenguaje para favorecer el aprendizaje en los niños. A continuación tenéis algunos de los estractos más interesantes del reportaje Palabras, palabras, palabras...:

[...] "Las estadísticas continúan, siempre en el mismo sentido: el niño negro y pobre de un barrio como Harlem parte con desventaja; incluso en datos, a primera vista tan peregrinos, como el número de palabras que oirá en sus tres primeros años de vida: treinta millones menos que uno blanco"...

[...] "En la Escuela para padres de Harlem Children's Zone, donde los cursos tienen una duración de nueve semanas, dos ideas son básicas, como cuenta Paul Tough. La primera, la lectura a los niños para que oigan el mismo número de palabras que sus pares de clase media. “Leed en voz alta a vuestros hijos; leed a los niños por las noches”, les recomiendan una y otra vez los profesores, como si fueran el mismo Hamlet de Shakespeare cuando dice: “Palabras, palabras, palabras. La segunda idea fundamental es enseñarles que el mejor método disciplinario no es la bofetada sino hablar al niño, mostrarle la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal mediante la palabra, su significado y su entonación. “Una de las cosas más desalentadoras es la forma en que los padres se dirigen a los niños y les imponen la disciplina, tratándoles de forma pasiva e imponiéndoles que se muevan a su orden”, explica Canada"...

[...] "Hasta el momento, Harlem Children's Zone es un éxito de tal magnitud que ha llamado la atención de los responsables de Educación de EEUU. Durante los últimos cinco años, la escuela ha mejorado sus índices de excelencia en muchas materias; por ejemplo, ha logrado que el 100% de los estudiantes de ocho años tengan mejores notas en Matemáticas que el resto de sus compañeros del estado de Nueva York"...

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lunes, 18 de enero de 2010

Realidad a la carta

Curioso el ejemplo de cómo manipular una imagen para proponer uno u otro significado, totalmente opuestos. Depende de dónde metamos la tijera el mensaje periodístico cambia radicalmente:



[Vía Mangas Verdes]

Aunque se trata de un caso ficticio, seguro que se os ocurre algún medio con las tragaderas suficientes como para publicar alguna de las dos fotografías laterales, en ambos casos distorsiones premeditadas de la realidad (imagen central).

Cita postuaria: "La única verdad es la realidad". (Aristóteles, 384-322 AC)

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viernes, 15 de enero de 2010

Encontrando a Haití en el mapa

He decidido que empieza a ser hora de hacer un acto de contrición, aún a riesgo de no ser capaz ni de llegar a la vuelta de la esquina. Seamos sinceros, la cosa no pinta bien. Si en 32 primaveras en mundo desarrollado no he tenido los santos sacramentos de abordar este tema con firmeza, es más que probable que la esencia de este propósito se pierda entre las juntas de mi azotea, cada día con más filtraciones. Sin ir más lejos -y como diría Rafael- yo soy aquel que convenció a su mujer para que le diera puerta a un joven solidario que llamó a la de casa en nombre de Unicef. Como comprenderéis los antecedentes no invitan al optimismo.

Ahora toca Haití. De hecho, me descompone ver las imágenes en la televisión. Ejerzo el zapping como antídoto ante el dolor. Quizá aproveche las circunstancias y me vaya de rebajas. Así podré borrar de mi corta memoria la imagen de este padre roto y desconsolado. Un padre como yo. Pero de otro mundo. De aquel de más allá. Con derecho a un par de telediarios. A un par de entradas en un blog de algún concienciado de souvenir a tiempo parcial. Como el de por aquí...

Hecha la purga de andar por casa, me pongo en faena. Para ello es importante la credibilidad del mensajero. Por eso es indispensable que le ceda el turno a Eduard Punset. Mucho más creíble que uno. O mejor dicho, creíble y punto. Y ésta es su reflexión:

CATÁSTROFE ENTRE LA MISERIA
Que sepan que existe
EDUARD PUNSET


Acababa de morir el dictador Papa-Doc, que había devuelto cierto nivel de dignidad a los negros frente a los mulatos, dueños del país hasta entonces. La mansión o residencia en Petionville, barrio privilegiado en la montaña que desciende hasta Puerto Príncipe, la capital de Haití, se la alquilé lógicamente a un hacendado mulato, pero mis supuestas competencias en política monetaria -como recién nombrado Representante Permanente del Fondo Monetario Internacional en el Caribe- iba a compartirlas con un negro, Antonio André, gobernador del Banco Central, emisor de la gourda, la moneda nacional. Eran los comienzos de la década de los 70.

Haití era el país más atrasado del mundo -seguramente lo sigue siendo, a pesar de aquellos esfuerzos iniciales y algunos de los que le han seguido-, pero en muy pocos he aprendido tanto. Antes de inaugurar allí mi residencia de tres años, yo estaba convencido de la importancia de la ciencia y la tecnología; en otras palabras, que el ritmo de los cambios técnicos era más rápido y duradero que los cambios mentales. En Haití descubrí que aquellos podían palidecer y hasta desvanecerse bajo el influjo de la cultura vudú.

Hoy soy mucho más precavido cuando los expertos me hablan de cambios culturales trascendentales y soy consciente de que el móvil y las resonancias magnéticas funcionales del siglo XX conviven no sólo en Haití, sino también en España, con mentalidades como el machismo, más típicas de la Edad Media. Fue la mía una generación marcada por los avatares y la disciplina de la post-guerra. Había que reinventar la Historia y volver a aprender a sobrevivir; esto pasaba por esforzarse y trabajar mucho, relegando la diversión y el conocimiento de cosas que después descubrimos que eran esenciales: la buena cocina, el conocimiento del otro género, el arte y la música. Por favor, ya sé que los jóvenes saben poco de gestión emocional, pero quien quiera saber algo de esto que se olvide de la gente de mi generación: han descubierto justo ahora el cine, el teatro, la música, la belleza, la importancia de las relaciones humanas.

Bastaba con contemplar a Origènes, el tonton-macoûte que me hacía de chófer, relacionarse con la gente, para descubrir que sabía menos política monetaria que yo, pero mil veces más de la química del amor y de las emociones humanas, del impacto del ritmo de la música y de la pintura naif en el alma naif. Desde entonces tengo una visión más equilibrada de la vida y del universo.

El ministro de Finanzas al que yo tenía que asesorar era licenciado por la Universidad de la Sorbona de París, pero también estaba casado con la diosa del amor Ezsrelé. El progreso, como la vida, descubrí en Haití, es un proceso complejo, cuyo impulso requiere algo más complicado que varios decretos o un simple cambio de Gobierno; se parece mucho más a un concierto con la sala atiborrada de gente, músicos avezados, un director de orquesta y ganas de pasarlo bien en lugar de sacrificar a gente.

Comparto el dolor de las víctimas del terremoto, algunas de las cuales habré conocido. Pero sé que ni a ellas ni a sus familiares les va a amedrentar o cambiar el destino un movimiento sísmico superior al 7 de la escala de Richter. Que el resto del mundo se dé por enterado de su existencia sí podría, en cambio, reorientar su vida: poner atención a lo que ocurre en aquel escenario, aprovechar los impulsos innatos para reformar los sistemas educativos, apoyar a los directivos de los procesos innovadores, disfrutar de los escenarios futuros en los que ellos también habrán participado.

Eduardo Punset es divulgador científico y fue Representante Permanente del FMI en el Caribe.

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viernes, 8 de enero de 2010

Los editoriales en tela de juicio

Patxo Unzueta escribía ayer un artículo en El País analizando la naturaleza de los editoriales periodísticos y su derivación actual. Me gusta especialmente la definición que utiliza:


"Un modelo clásico de editorial sería aquel en que se dieran argumentos a favor y en contra de algo para, tras ser sopesados, conducir a una conclusión, que es la que hace suya el periódico. Es un modelo que recuerda el de las sentencias judiciales. Su eficacia depende de la limpieza y objetividad con que se presentan los argumentos contrarios a la tesis que se defiende. El puro sarcasmo, la caricatura de lo que se pretende refutar, suele ser señal de debilidad argumentativa".

Unzueta acaba el artículo recordando, en boca de Camus, algunas de las principales dolencias que acechan al periodismo:



"[...] el sometimiento al poder, la obsesión por agradar a cualquier precio, la mutilación de la verdad con un pretexto comercial o ideológico, el halago a los peores instintos, el gancho sensacionalista, la vulgaridad tipográfica. Que resumía como "desprecio a los interlocutores".



Aquí tenéis el artículo completo que no tiene desperdicio. [Vía 233grados]

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